ARPEGIOS
El hombre es un eterno caminante, en una
constante búsqueda, integrado igual que
la música, a sus maravillosos arpegios, tan íntimos como sus propios sueños.
E igual que ella, vibra perdiéndose su sonido
en el eco y el espacio.
El en esa afanosa voluntad, lucha,
persiste, y deja escurrir entre sus
dedos los anhelos que su mente amarra para apreciarlos como la sonoridad de instrumentos musicales.
Hombre
y melodía conforman una comunión espiritual y ambos crecen cuando el arte es
dominio y una sensible forma de expresar lo que el alma acuna.
Y en las tardes serenas, bajo el límpido
cielo, hombre, músico, artista, persiguen horizontes, alcanzan derroteros, se
plenan de emoción y cumplen ilusiones, en acentuado vuelo.
Trina
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